Sobre el proceso de los niños

Ayer retiré del colegio a mi hija de 11 años, y por enésima vez me pregunta si podemos parar a comprar algo rico en el negocio de la esquina. Me pide que me baje yo, pero como ya nos habíamos pasado camino a casa, le respondo lo siguiente: “Si quieres nos devolvemos pero te bajas y compras tú mientras yo te espero”.  

Intenté hacer lo mismo varias veces antes y siempre me dijo que no, pero para mi sorpresa, esta vez me dijo: “Está bien”, con una luminosa sonrisa.

Se bajó, y mientras ella compraba, yo pensaba en todas esas personas que constantemente me dijeron cosas como: “Pero que lo haga ella”, “¿Cómo no va a poder entrar a comprar sola?”. O tantas otras veces que nos miraron feo, porque ella se ve tan grande y a la vez se ve tan ridículo ante los ojos de los corazones que todo lo juzgan, que yo la deba acompañar a ciertas cosas que le causen incomodidad. Pensaba yo en silencio: “Wow, hoy llegó su momento”.

Estaba en eso cuando ella vuelve con un helado y una golosina para mí. Abre la puerta del copiloto, se sienta, cierra la puerta, me pasa la golosina, deja el vuelto en el monedero, y al echarse hacia atrás al respaldo de su asiento, suspira y me dice: “Uy, me siento bakán comprando”.

Momento aleluya. Todo pagado. Lo hizo ella, por ella misma, cuando ella sintió que ya estaba preparada para actuar. Siento que eso, tiene un valor tremendo para nuestros días. Es algo que me hizo reflexionar y quiero dejarlo escrito para no olvidar la importancia de este momento.

Es muy importante saber respetar los procesos de nuestros hijos. Bueno, el proceso de todos en general, pero en especial de nuestros hijos, pues están desarrollando su personalidad. Están en formación, viendo como funciona nuestro mundo y ya estamos claros que un mundo tan grato no es, es bastante duro y retorcido. Y la luz y la belleza que ellos traen adentro va abriéndose lentamente como una flor, para después dar todo su perfume, belleza y esplendor, pero es un proceso lento y muy delicado al que hay que atender con sumo cuidado.

Yo recuerdo infinidad de situaciones donde fui empujada a realizar acciones que no estaban acorde a mi sentir, y claro que sí, me forjó también de alguna manera, pero por el hecho de forzar, tuve construcción negativa. Una construcción forzada no es para nada lo mismo que una construcción natural.

Siento que hay que dejarlos ser como son, y ellos solos van a queriendo pulirse y superarse. Hay que amarlos tal como son, y acompañarlos en todo lo que necesiten compañía, hasta que ellos solos quieran avanzar, dar un paso más, ir un poco más allá, y pidan hacerlo solos, por libre albedrío, por voluntad propia. Ese momento viene de ellos, es cuando ellos ya se perciben a sí mismos como un ser capaz de realizar algo más, y van y actúan a favor, más sólidos, más seguros de sí mismos. Se autoconstruyen entonces con una base bien establecida desde lo interno, porque han sido amados, aceptados y especialmente respetados en su sentir. 

Eso, me parece algo total, tenemos que seguir trabajando en ello, para nuestros hijos y para todos los niños a nuestro cuidado. 

No podía dejar de escribirlo.

MCLB

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