“Amar, bendecir y agradecer”

Fue lo que me dijo mi maestro hoy día.

Tres palabras que lo derriten todo, que disuelven todo, que transmutan todo. Tres grandes palabras de reciclaje que pueden cambiar el curso de nuestra humanidad.

En medio de días de inseguridad, miedos y angustias, me detengo a cerrar los ojos y preguntarle a Él, de qué forma enfrentar ciertos aspectos sombríos de mi camino.

Silencio.

No me muestra imágenes internas.

No puedo ver nada hacia adentro más que color, y éste era un cereza intenso que inmediatamente eleva mi vibración: Mi corazón se puso contento, y mi canal se abrió. Y sin ver nada, escucho una voz dulce y firme, solemne y tierna, que me dice:

“Amar, bendecir y agradecer cada una de estas presencias”

“Amar, bendecir y agradecer su existencia”

“Amar, bendecir y agradecer todo a tu alrededor”

“Abrir el corazón para que puedas verme”

Ahí me mostró esta página, y me indicó incluso que cambiara mi vestuario, que no cubriera mi cuerpo con lo que tenía pensado ponerme hoy.

Yo, obediente, sigo todas sus señales. Algunas son muy difíciles, y no logro atravesarlas en el momento, porque suele pillarme desprevenida o distraída, pero sigo persistiendo en su guía, porque sé que proviene de la fuente principal.

Así es que éste ha sido el mensaje de hoy. No sólo me sirve a mí, creo que nos sirve a todos, pues estas tres palabras pueden cambiar nuestro rumbo, en absolutamente todos los aspectos de nuestra vida. Para bien. Para mejor. Para traer más Luz a esta densa polaridad terrestre en que vivimos, donde todo está rodeado de dolor, miseria, enfermedades, distorsión, injusticia, sufrimiento y mucha maldad.

Esta es una manera sana de retornar a la fuente original.

MCLB

 

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